Los artículos sobre los Papeles de Panamá publicados la semana pasada
en el Nuevo Herald dan una visión de una siniestra red de corrupción
internacional y dinero secreto. Se sospechaba su existencia desde hacía
tiempo, pero nunca había salido al público con tantos detalles
asombrosos.
Unos $7.6 billones: $7,600,000,000,000, es el monto de la riqueza escondida en refugios fiscales gracias a un bufete en Panamá.
El problema no es la ilegalidad revelada en estos artículos noticiosos, aunque hay mucha ilegalidad. El problema es que lo que es legal exige que los legisladores de todo el mundo, incluido Estados Unidos, promulguen reformas urgentes.
Hay razones legítimas para crear una compañía offshore que ofrezca confidencialidad y privacidad. Los ricos tal vez quieran ocultar la propiedad de una residencia para estar a salvo de posibles secuestradores.
Pero no seamos ingenuos. La mayor parte es dinero sucio, parte de una empresa delictiva o de un botín generado por la corrupción gubernamental. Ya hay implicados por lo menos una docena de jefes y ex jefes de Estado, sus familiares y asociados. No pueden explicar de dónde salió el dinero.
La lista abarca a funcionarios de Rusia, Islandia y Brasil, entre muchos otros, incluida China. Hasta ahora, pocos no, surteamericanos han sido mencionados. Pero estos documentos provienen de un solo bufete panameño, Mossack Fonseca, y todavía los están examinando. Habrá más revelaciones.
Los que evaden impuestos estafan a todo el mundo. Si usted paga lo que le corresponde para los fines legítimos del gobierno —mejor educación, mejores carreteras, mejor salud pública—, entonces es una víctima de los evasores. Su dinero construye un mundo mejor; el de ellos solo construye su riqueza personal.
En lugares deseables para vivir como Miami, el dinero secreto compra bienes tangibles como condominios de lujo, lo cual dispara los precios de la vivienda para los que vivimos aquí y trabajamos honradamente.
¿Qué se puede hacer? Mucho.
▪ Los gobiernos deben requerir que bufetes como Mossack Fonseca sigan las mismas reglas de conocer a los clientes que siguen los bancos. Deben crear un registro público con los nombres de los dueños verdaderos de las compañías offshore. No hay razón legítima para no hacerlo. En Estados Unidos, facilitaría a las autoridades ver los registros tributarios que acompañan a la creación de compañías norteamericanas en paraísos fiscales.
▪ El Congreso debe exigir a los estados famosos por permitir el equivalente en el país a los paraísos fiscales en el extranjero —Delaware, Nevada, Wyoming— que sigan las mismas reglas de los demás estados. Deben recopilar y mantener información sobre los verdaderos dueños de esas corporaciones fantasmas.
▪ Se debe obligar a Panamá y a otros países notorios por el lavado de dinero a reformar sus sistemas jurídicos y financieros si quieren seguir conectados al sistema bancario internacional. Si participan en actividades delictivas, se les debe prohibir hacer negocios con países que son víctimas de evasores fiscales y funcionarios corruptos.
▪ El Congreso debe llevar a cabo una investigación para determinar si hay un vínculo entre el sistema financiero de Estados Unidos y la corrupción en otros países. Las actividades de Mossack Fonseca y de sus clientes en Estados Unidos se deben examinar a fondo.
Los gobiernos tenían una excusa para su inacción antes de las revelaciones de los Papeles de Panamá: no sabían nada. Ahora ya saben. Y si ignoran las revelaciones, seguirán tolerando a los estafadores.
Unos $7.6 billones: $7,600,000,000,000, es el monto de la riqueza escondida en refugios fiscales gracias a un bufete en Panamá.
El problema no es la ilegalidad revelada en estos artículos noticiosos, aunque hay mucha ilegalidad. El problema es que lo que es legal exige que los legisladores de todo el mundo, incluido Estados Unidos, promulguen reformas urgentes.
Hay razones legítimas para crear una compañía offshore que ofrezca confidencialidad y privacidad. Los ricos tal vez quieran ocultar la propiedad de una residencia para estar a salvo de posibles secuestradores.
Pero no seamos ingenuos. La mayor parte es dinero sucio, parte de una empresa delictiva o de un botín generado por la corrupción gubernamental. Ya hay implicados por lo menos una docena de jefes y ex jefes de Estado, sus familiares y asociados. No pueden explicar de dónde salió el dinero.
La lista abarca a funcionarios de Rusia, Islandia y Brasil, entre muchos otros, incluida China. Hasta ahora, pocos no, surteamericanos han sido mencionados. Pero estos documentos provienen de un solo bufete panameño, Mossack Fonseca, y todavía los están examinando. Habrá más revelaciones.
Los que evaden impuestos estafan a todo el mundo. Si usted paga lo que le corresponde para los fines legítimos del gobierno —mejor educación, mejores carreteras, mejor salud pública—, entonces es una víctima de los evasores. Su dinero construye un mundo mejor; el de ellos solo construye su riqueza personal.
En lugares deseables para vivir como Miami, el dinero secreto compra bienes tangibles como condominios de lujo, lo cual dispara los precios de la vivienda para los que vivimos aquí y trabajamos honradamente.
¿Qué se puede hacer? Mucho.
▪ Los gobiernos deben requerir que bufetes como Mossack Fonseca sigan las mismas reglas de conocer a los clientes que siguen los bancos. Deben crear un registro público con los nombres de los dueños verdaderos de las compañías offshore. No hay razón legítima para no hacerlo. En Estados Unidos, facilitaría a las autoridades ver los registros tributarios que acompañan a la creación de compañías norteamericanas en paraísos fiscales.
▪ El Congreso debe exigir a los estados famosos por permitir el equivalente en el país a los paraísos fiscales en el extranjero —Delaware, Nevada, Wyoming— que sigan las mismas reglas de los demás estados. Deben recopilar y mantener información sobre los verdaderos dueños de esas corporaciones fantasmas.
▪ Se debe obligar a Panamá y a otros países notorios por el lavado de dinero a reformar sus sistemas jurídicos y financieros si quieren seguir conectados al sistema bancario internacional. Si participan en actividades delictivas, se les debe prohibir hacer negocios con países que son víctimas de evasores fiscales y funcionarios corruptos.
▪ El Congreso debe llevar a cabo una investigación para determinar si hay un vínculo entre el sistema financiero de Estados Unidos y la corrupción en otros países. Las actividades de Mossack Fonseca y de sus clientes en Estados Unidos se deben examinar a fondo.
Los gobiernos tenían una excusa para su inacción antes de las revelaciones de los Papeles de Panamá: no sabían nada. Ahora ya saben. Y si ignoran las revelaciones, seguirán tolerando a los estafadores.
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