Alex Wong
Getty Images
si algo ha sufrido la comunidad indocumentada son constantes decepciones y amenazas.
En
2009 vio desvanecerse la posibilidad de que se concretara la reforma
migratoria que prometió Barack Obama como aspirante presidencial en
2008, y cuando los demócratas controlaban ambas cámaras del Congreso.
Vio además recrudecerse las deportaciones de padres y madres de familia,
y sólo tras una cruenta batalla la administración ha priorizado las
remociones de quienes verdaderamente supongan una amenaza al país,
aunque el proceso no siempre funcione adecuadamente.
Ante la falta
de una reforma migratoria amplia, los estados gobernados por
republicanos comenzaron a impulsar leyes antiinmigrantes. Sobresalen la
SB 1070 de Arizona en 2010 y la HB 56 de Alabama en 2011. Fui testigo,
particularmente en Alabama, del terror que la HB 56 generó en la
comunidad con madres indocumentadas temerosas de salir de sus hogares a
comprar comida para sus hijos ciudadanos o de llevarlos al médico
estando enfermos por temor a ser detenidas. Vi padres indocumentados con
más de 20 años viviendo en Estados Unidos despedirse a diario de sus
hijos ciudadanos como si fuera la última vez que se verían porque, de
hecho, era una posibilidad real.
Fue a golpe de protestas y
presión que se consiguió en 2012 la Acción Diferida para los Llegados en
la Infancia, DACA original, que ha beneficiado a cientos de miles de
los llamados DREAMers, punta de lanza de la lucha pro reforma.
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