Un grupo español de científicos ha determinado las causas moleculares de la recuperación del sistema vestibular, el que permite el equilibrio, considerado el sexto sentido, en casos de tóxicos que afectan al oído (ototoxicidad).
El sistema vestibular es el encargado del sentido de el equilibrio y una de las causas de la degradación funcional de este sistema es la exposición a agentes químicos ototóxicos, que provocan la pérdida de las células ciliadas que lo forman.
Según los médicos, el sistema vestibular se puede considerar un sexto sentido, y está localizado en el oído interno, situado detrás del tímpano.
Aunque no seamos conscientes, nuestro sistema vestibular está estimando constantemente el sentido de la gravedad para corregir la postura del cuerpo y también se encarga de fijar la mirada cuando el cuerpo está en movimiento.
La degradación de este sistema, poco estudiado y sin tratamientos efectivos, puede provocar la pérdida del equilibrio y como consecuencia más caídas y vértigos, entre otros trastornos.
Ahora, un equipo de la Universidad de Barcelona, en colaboración con investigadores de la Universidad de Gerona, han determinado la causa de la recuperación de este sistema en casos de ototoxicidad crónica.
Según el investigador de la Universidad de Barcelona Jordi Llorens, uno de los resultados principales del trabajo es que “se ha podido observar que los síntomas de pérdida de la función vestibular aparecen antes de que tenga lugar la muerte de las células ciliadas”.
“Concretamente, hemos visto que, previamente, se produce una desconexión entre las células ciliadas y los terminales neuronales, y hemos podido mostrar cómo esta desconexión es, en buena parte, reparable”.
Los médicos sabían que la exposición a estos compuestos causa la muerte de las células ciliadas, que son células sensoriales y transductores encargados de detectar el movimiento y transformarlo en una señal nervioso.
La muerte de estas células es irreversible dado que no hay regeneración, pero los facultativos habían observado pacientes en los que había recuperación funcional después de eliminar el agente tóxico, aunque desconocían la causa de esta recuperación.
Las células ciliadas están envueltas por los terminales neuronales, que forman una estructura similar a un cáliz.
En el trabajo, publicado en la revista “Disease Models and Mechanisms”, han identificado un efecto inicial de la toxicidad crónica: la eliminación de las uniones que hay entre la célula y el terminal neuronal.
Actualmente no existen tratamientos para las enfermedades vestibulares, aunque algunos estudios apuntan a que pueden afectar a más de la mitad de la población de más de sesenta años.
Según Llorens, “comprender las bases celulares y moleculares de la degradación por ototoxicidad y la posible reparación posterior puede proporcionar dianas para fármacos que detengan el proceso de degradación o aceleren la reparación del sistema”.
Estas dianas también pueden ser relevantes para otras enfermedades vestibulares o para retrasar la pérdida sensorial relacionada con la edad.
En el estudio, los autores han utilizado ratones para estudiar la progresión de la disfunción vestibular y su reversibilidad durante y después de la exposición tóxica.
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