viernes, 1 de enero de 2016

NO ES POR LO MENOS UNA INGENUIDAD TRATAR DE ELIMINAR O BAJAR LOS ÍNDICES DE VIOLENCIA SOCIAL SIN TRANSFORMAR EL LENGUAJE USADO EN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN DE MASAS?


¿EL LENGUAJE UTILIZADO EN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN DE MASAS… PUEDE EGENDRAR VIOLENCIA?
Es muy positivo que se plantee el problema de la violencia desde el punto de vista del lenguaje que se utiliza en los medios de comunicación de masas.Sobre todo cuando ese planteamiento se hace, en el caso de la TV, en las propias plantas televisoras y en programas de alta sintonía y gran profesionalismo, como <Quién tiene la razón>,  <Sea usted el Juez.>,<Cristina>,<Laura de América>,<Caso Cerrado>,<El Zorro>,<El Chavo>,<Los Simpson>,<Bob Esponja>,<Marido en Alquiler>,etc se da en todos los medios, si bien el televisivo tiende a hacerla más notoria, por conjugar de modo directo lo visual con lo auditivo.Es inevitable que la violencia del ambiente se refleje en los medios de comunicación. Ese no es el problema. Lo grave es que la presentación de la violencia en los medios adquiera grados de exageración y de abuso, tanto en lo cuantitativo, como en lo cualitativo. Es decir, no se trata sólo de la excesiva cobertura que suele dárseles a los hechos violentos, sino también de la forma como son presentados ante el público.Bastante se ha escrito y hablado acerca del problema en relación con los medios audiovisuales, aunque de hecho hay que seguir haciéndolo. Me referiré en primer lugar al tema en cuanto atañe a los Medios Impresos. De éstos muy poco se habla, talvez  porque no se tiene conciencia de cómo el mismo fenómeno se presenta también en los periódicos, aunque sea menos notorio, lo cual no significa que sea menos dañino. A lo mejor si se investiga bien en ese sentido, descubriremos que los efectos del exceso de violencia en los periódicos es tanto o más peligroso que en otros medios.Hasta ahora, el amarillismo* en los periódicos ha sido visto sólo en relación con grandes titulares de presentación escandalosa, muchas veces en llamativos colores (preferentemente amarillo) y de contenido total o parcialmente mentiroso; y también en las ilustraciones fotográficas que suelen acompañar al tipo de “información”, muchas veces grotescas y francamente obscenas.Pero se ha pasado por alto que con frecuencia cierto material informativo, que no se presenta con tales características, sino más bien bajo una apariencia de “seriedad” y ponderación, va, sin embargo, tan cargado de expresiones semánticamente vinculadas a la violencia, que es presumible que provoquen en el lector algún efecto negativo, Sólo que se trataría de un efecto subliminal, que no se manifestaría de manera inmediata ni notoria, pero que podría irse acumulando en la conciencia de los lectores de una manera altamente peligrosa y operar desde allí, a la larga, como una bomba de tiempo con consecuencias impredecibles.Al azar he tomado una información policial publicada en una última página. La presentación no es escandalosa, a pesar de ocupar casi toda la página, con títulos a ocho columnas. Tampoco las fotos que la acompañan poseen ningún carácter amarillista. Sin embargo, el lenguaje utilizado tiene una sobrecarga de vocablos y frases cuyo contenido semántico se relaciona directa o indirectamente con la violencia, de suerte que es de suponer que provoquen en el lector, no siempre de forma consciente, asociaciones de tipo negativo, talvez hasta el grado de lo catastrófico o apocalíptico. En efecto, ya desde el título se percibe tal cosa. Este tiene séis palabras de las llamadas plenas, es decir, sustantivos, adjetivos, verbos y adverbios. De éstas, tres (50%) se refieren a la violencia: venganza, narcotráfico y asesinato, las tres colocadas en la primera de las dos líneas que tiene el titular. Luego, en el sumario aparecen 34 palabras plenas de las cuales nueve (24,4%) corresponden a la categoría violenta: asesinó, capo, mafioso, secuestrar, ajusticiar, implicados, tráfico de armas y drogas.El texto, por su parte, de 627 palabras plenas , 103 (16,4%) dan de algún modo idea de violencia: cadáveres, amordazados, torturas, mutilaciones, atormentarios, asesinados, espeluznante, sucumbe, desaparición, matones, tiros, etc. Algunas de éstas, por supuesto, consideradas aisladamente y en abstracto, no poseen un contenido semántico vinculado con la violencia, pero dentro del contexto de una información de este tipo adquieren esa connotación como si fuesen vocablos intrínsecamente vinculados con hechos violentos. Desde luego, no se trata de un propósito intencional y consciente de transmitir tal cúmulo de violencia, por parte del reportero que escribió la información a que nos referimos. Pero el hecho, en general, reclama una consideración adecuada, para saber si son pertinentes determinados correctivos.El problema es, pues, determinar, hasta donde ello sea posible, si es la acumulación de expresiones relacionadas con la violencia es capaz de producir efectos ocultos en los lectores, que en alguna medida puedan afectar su salud mental. Por nuestra parte no pasa de ser una hipótesis, casi una simple suposición. Talvez los psicólogos y los psiquiatras, mediante una investigación adecuada, logren determinar lo que pueda haber de cierto en ello. 

*Amarillismo.- El término se originó durante la "batalla periodística" entre el diario New York World, de Joseph Pulitzer, y el New York Journal, de William Randolph Hearst, de 1895 a 1898, y se puede referir específicamente a esa época. Ambos periódicos fueron acusados, por otras publicaciones más serias, de magnificar cierta clase de noticias para aumentar las ventas y de pagar a los implicados para conseguir exclusivas. El periódico New York Press acuñó el término "periodismo amarillo", a principios de 1897, para describir el trabajo tanto de Pulitzer, como de Hearst. A ello contribuyó el éxito del personaje The Yellow Kid en ambos diarios.[1]El diario no definió el término y en 1898 elaboró el artículo We called them Yellow because they are yellow.[2] (El título es un juego de palabras en inglés. Yellow significa tanto amarillo como cruel y cobarde.)

 

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