domingo, 14 de febrero de 2016

En Oxford hay un Instituto del Futuro de la Humanidad. Lo dirige Nick Bostrom, un sueco de 42 años que ha llegado con su ensayo Superintelligence a la lista de libros más vendidos de The New York Times Review of Books.

 Se pregunta ahí por lo que podría ocurrir si las máquinas llegaran un día a ser más inteligentes que los hombres. Igual les da por lanzar un furibundo ataque y acabar de una vez con todo. Quién sabe, podrían fabricar un ejército de drones minúsculos, del tamaño de un mosquito, y encargarles la  
                                                                                 NICK BOSTROM
tarea de vomitar gas mostaza sobre poblaciones indefensas hasta aniquilarlas definitivamente.
Los escenarios apocalípticos resultan particularmente verosímiles en épocas de crisis. Y esta lo es. El siglo XXI empezó torcido, como si hubiera bajado uno de los ángeles del Apocalipsis de san Juan al que se le hubiera entregado “la llave del pozo del abismo”: para que lo abriera. Desde entonces sigue saliendo “como humo de un gran       horno”.
Por eso tranquiliza que en Oxford exista este grupo de sabios que analizan lo que se nos puede venir encima. Se dedican a anticipar escenarios, y escriben informes. Hay filósofos, físicos, economistas, matemáticos, una cohorte de gente especialmente preparada para una tarea de tanta responsabilidad y, desde hace diez años, realizan su trabajo gracias al mecenazgo de un multimillonario que quiere aportar su grano de arena para parar los golpes cuando sea necesario. Cuando toque el reto de salvarnos.
Uno de los investigadores del instituto, Anders Sandberg, ha identificado a los cinco jinetes que podrían ocuparse de liquidar de un zarpazo los afanes y pesadillas que van arrastrando los hombres durante su estancia en el mundo. Más que una guerra nuclear, la primera amenaza sería, al parecer, el hollín que esta desplazaría a la estratosfera el que acabaría con la especie por enfriamiento y una sequía mundial. También podría la humanidad quedar fundida por algún maligno experimento de la biotecnología: una pandemia sofisticada y profundamente letal. Anders también contempla que sea la inteligencia artificial la que acabe con los hombres o una “plaga gris de nanomáquinas que se autorrepliquen hasta devorarlo todo”. El quinto jinete, y esto está bien visto, sería ese horror que aún desconocemos.
Anders no contempla que sea el cambio climático el que acabe con todo, ni ha considerado la eventualidad de que pueda caer un meteorito y nos estropee la fiesta —“ya sería mala suerte”, escribe—. Lo cierto es que, vistas las cosas con tanta distancia y sofisticación, todas las barbaridades que contemplamos asustados no son nada más que una nota a pie de página de esa larga historia de incontables sufrimientos con los que las criaturas humanas siguen teniendo que lidiar.
Goethe cuenta en su Fausto el pacto de un sabio con el demonio que va a permitirle conocer por fin todo aquello que se le escapa. En algo hemos evolucionado: hoy es un instituto en Oxford el que desentraña el misterio de nuestro futuro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario