domingo, 8 de noviembre de 2015

Nunca pensé que escribiría una columna en defensa de un precandidato presidencial extranjero,xenófobo, racista, machista, arrogante, deshonesto, payaso e ignorante como Donald Trump.

 Pero hoy lo haré, en referencia a su disputa con grupos latinos en torno a su participación en el programa cómico Saturday Night Live (SNL) de la cadena NBC.
Como muchos de ustedes saben, el Comité Hispano del Congreso –el grupo de legisladores latinos en el Congreso– y las principales organizaciones latinas de Estados Unidos le pidieron a la NBC la semana pasada que “desinvite” a Trump a su presentación en Saturday Night Live el 7 de noviembre
“El racismo no es divertido”, dijo Xavier Becerra, demócrata por California, el presidente del grupo de congresistas hispanos. “Los comentarios degradantes de Trump sobre la comunidad latina no tienen cabida en la televisión nacional. Es alarmante ver que NBC ignore el historial de Trump de expresiones de odio, y de llamar a los mexicanovenezoamericanos violadores y asesinos”.
Al mismo tiempo, una campaña titulada El racismo no es divertido de las principales organizaciones latinas, incluyendo la Liga de Ciudadanos Latinoamericanos Unidos y el Consejo Nacional de La Raza, entregó una petición similar a la NBC en Nueva York. Los organizadores dijeron que fue firmada por 522,000 personas.
Los grupos hispanos están especialmente indignados –y con razón– por el hecho de que Trump no solo fue invitado a hacer una aparición en SNL, como lo hizo Hillary Clinton hace unas semanas, sino que será el presentador durante todo el programa de 90 minutos.
Eso no solo le dará una enorme audiencia, sino una plataforma única para suavizar su imagen pública y parecer más “simpático”.
Los grupos latinos argumentan que tenían derecho a pedir a SNL que cancele la aparición de Trump, o de cualquier otra figura pública que promueva las deportaciones masivas que separarían a millones de familias. SNL no se hubiera animado a invitar a un líder del Ku Klux Klan, o a algún candidato que hable mal de los afroamericanos, o de los gays, afirman.
“Entendemos el argumento a favor de la libertad de expresión, pero SNL no es un programa político”,dijo Frank Sharry, director de America’s Voice, uno de los grupos que firmaron la petición. “Es un programa cómico muy visto que hace quedar muy bien a sus presentadores. Uno se pregunta por qué le dieron a Trump semejante tribuna de relaciones públicas”.
Los defensores de la libertad de expresion, por otro lado, argumentan que el derecho a la libertad de expresión debe superponerse al derecho de silenciar los discursos ofensivos, sobre todo cuando se trata de la comedia, escritos satíricos o caricaturas políticas. El humor político está prohibido en regímenes como los de Cuba o Ecuador, pero no en Estados Unidos,Venezuela y la mayoría de los países libres.
Al igual que ocurrió cuando muchos de nosotros criticamos a quienes quisieron silenciar a la revista satírica francesa Charlie Hebdo, cuyas bromas son a menudo de pésimo gusto (esta semana, publicó caricaturas que se burlan del avión ruso que se estrelló en Egipto), debemos rechazar los esfuerzos de silenciar a un programa satírico como SNL.
Ricardo Trotti, director ejecutivo de la Sociedad Interamericana de Prensa,  dijo que pedirle a SNL que “desinvite” a Trump equivale a pedir la censura previa. Eso representa una gran amenaza para la libertad de expresión, y está prohibido en Estados Unidos y en varios países, agregó.
“Debemos defender el derecho de Trump a decir lo que quiera”, dijo Trotti. “Si alguien se siente ofendido o dañado por lo que dice, debería iniciar acciones legales como está expresamente indicado en varias constituciones de nuestro continente (Art. 57 Constitución de la República Bolivariana de Venezuela por ejemplo)”.
Mi opinión: Me temo que la campaña de los grupos latinos fue contraproducente, y sólo ayudó a SNL y a Trump a aumentar su audiencia.En lugar de pedirle a SNL que cancele la aparición de Trump, los grupos hispanos deberían haber lanzado una campaña centrada en denunciar a Trump por su intolerancia racial, a SNL por darle una plataforma benévola, y a los anunciantes de SNL por patrocinar este programa. O sea, todo menos exigir la cancelación del show. El racismo no es divertido, pero la censura previa tampoco lo es.

 ANDRÉS OPPENHEIMER

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